La pandemia COVID-19 y la subsiguiente emergencia sanitaria a lo largo y lo ancho del mundo ha trastocado la forma en que entendíamos y hacíamos la gestión de las ciudades. El mundo va cambiando y hoy tiene nuevas necesidades y retos. La gestión pública no puede ser la misma ,estamos frente a un escenario nuevo e inédito y por lo tanto los instrumentos diversos de la gestión deben también de transformarse. Temas como la sustentabilidad de ciudades, pueblos y comunidades, el ordenamiento territorial, las diversas formas de la movilidad, que ya de por sí presentaban dificultades en su diseño, financiamiento e implementación, se le suman ahora la salud pública, la conectividad y la nueva normalidad.
La nueva normalidad es aún una situación que debemos de comenzar a acotar y definir; sin embargo, podemos ya vislumbrar algunos elementos que la constituyen, temas que anteriormente eran menores y podían ser soslayados, pasan a la primera línea de la discusión pública y académica. Uno de estos temas es el relativo a la conectividad, la discusión se centraba en si se trataba de un derecho de acceso para todos; o más bien, de un servicio que tenía que ser pagado. En general, al ser un elemento (bien) que tiene que ser producido, su uso debe de estar condicionado por un pago que justifique el acceso. En la nueva normalidad el acceso restringido puede dar lugar a una situación de (nueva) desigualdad en nuestras sociedades, ya de por sí, fuertemente desiguales. El consenso porvenir sugiere que la conectividad se transforma, de un bien privado, a un bien público dónde las entidades públicas deberán, de alguna manera, garantizar la satisfacción del acceso generalizado. Las ciudades tendrán que estar a la vanguardia de la conectividad para todos, reforzando con esto procesos en construcción como la transparencia, el acceso a la información y el gobierno abierto.
La salud pública es un tema que por los siguientes años estará en el centro de la gestión de nuestras ciudades. La pandemia ha dejado secuelas importantes en la sociedad, pero también aprendizajes significativos derivados de cuidados individuales y colectivos que hay que tener en cuenta para que no haya rebrotes de COVID-19. Garantizar el acceso a bienes sanitizantes y de aseo personal se vuelve prioritario en esta nueva etapa; asimismo el acceso a los servicios primarios de salud para los enfermos y de cuidado para las personas que hayan vencido la enfermedad, pero que tengan secuelas y requieran algún tipo de terapia y/o ayuda.
En el tema de la movilidad es importante generar, ante todo, opciones para una baja aglomeración de las personas en los servicios públicos de transporte y por otro lado desarrollar e implementar formas de transporte menos aglomerante y contaminante.
Este es breve listado de retos que nos presenta la gestión pública de las ciudades en un escenario posCOVID-19, pero, también, muestra que pocas ciudades pueden por sí mismas llevar a cabo estas actividades. Aquí es donde se vuelven relevantes las tareas del asociacionismo municipal y la cooperación internacional entre ciudades; de hecho, la cooperación internacional, derivada de la paradiplomacia, puede ser un elemento estratégico en la solución de estos problemas y retos que se nos presentan como locales, pero que sin embargo, ahora son globales.
Dr. Fernando Díaz Pérez
Profesor Investigador
Departamento de Gestión Pública
Universidad de Guanajuato
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